martes, 16 de octubre de 2007

La controversia Tomás/Ponce

Antolín Castro



España (15/10/2007)



En los toros ha existido siempre, y me temo que siempre existirá, la controversia. La última, la más sonada, ha surgido a través de unas declaraciones de José Tomás. Dentro de su contexto, ha de entenderse que el madrileño manifiesta que el concepto de Ponce es diferente al suyo, siendo esa diferencia en que el valenciano torea arriesgando lo menos posible, mientras él lo hace en la dirección contraria: arriesgando más para lograr su objetivo de torear.


No veo mala intención en sus declaraciones pues se apoyan en una realidad palpable. Si el de Galapagar entiende el toreo con un máximo de exposición, pues así lo exige su tauromaquia para darse satisfacción a sí mismo y a los aficionados, perfectamente puede interpretar, con su vara de medir, que el valenciano lo hace arriesgando y exponiendo menos en sus formas toreras. Es descriptiva su forma de decirlo y, sin matizarlo, se ha desbordado la pasión de los defensores del diestro valenciano.


¿Es que acaso no es más arrojado el toreo de José Tomás? Alguien cuestiona esta realidad?. Pues si eso es normal en la calle, en boca de los aficionados, es normal que esa diferenciación sea también observada por el torero madrileño en sus declaraciones. Se dice que no concede entrevistas, se le censura, pero a la vista del revuelo formado, parece que es mejor que siguiera en el silencio pues, al pronunciarse, también lo ha hecho quedándose quieto y trayéndose la muleta a la cadera, que es la forma más arriesgada de torear. Es decir, habla como torea, con pleno riesgo... y le llueven los puntazos y hasta las cornadas.


De cualquier forma, haya quienes se lo censuren y quienes se lo aplaudan, o quienes lo compartan o difieran, lo esencial es que haya algo por lo qué discutir, discernir o valorar. El toreo estaba demasiado aletargado, dormido, acomodado y con los toreros dándose besos en lugar de mordiscos que es lo que ha diferenciado siempre la rivalidad. La llegada del torero madrileño le ha dado un giro de 180 grados y surgen:


- La pasión- El interés de los públicos- La competencia- La rivalidad entre los toreros- La rivalidad de los públicos- El interés de las empresas- y un largo etc.


Sólo falta que el toro íntegro forme parte de este advenimiento y podremos decir muy alto que estamos en una nueva etapa. Hasta ahora, la vuelta del esperado, con infinidad de detalles a favor y a valorar positivamente, ha carecido, generalmente, del toro que da la verdadera dimensión de las diferencias entre unos y otros. Con el medio toro o el toro inválido o tullido, son muchos los toreros capacitados para acaparar el interés de los públicos menos exigentes; falta que con el toro en plenitud puedan satisfacer al aficionado.


Participamos de su declaración plenamente, pues es incuestionable la asunción de riesgo que hacen uno y otro, pero no habrá mejor manera de acreditarlo de forma clara y fehaciente que delante del barbas, del toro íntegro. Plazas como Madrid o Sevilla, o si quieren Valencia, por aquello del posible paisanaje, pueden acartelarlos en la próxima temporada y saldremos de esta duda y discusión que se ha suscitado. Si es en mano a mano, mucho mejor. Todos saldremos ganando. Juntos se les ha visto solo una vez en este año, Alicante, y fue una ruina total. Sin toro, la verdad es que empatan bastante.


Cada cual es muy dueño de sus gustos personales, pero a estas alturas no es cuestionable que las formas de interpretar el toreo de uno y otro dejan poco lugar a dudas en ese sentido. Donde a uno le sobra un paso adelante, al otro le sobra un paso atrás. Si hay quien le gusta más otro que uno, es tan legítimo como al que le guste más uno que otro. Lo único que debemos de plantearnos en esta controversia es si lo van a hacer con un toro o con el medio toro. Pues que hagan lo que quieran ambos, pero lo nuestro es exigir que sea con el toro sin sospecha de ninguna clase.

Empresarios ya pueden ir programando y a ser posible que no vayan ellos, o sus representantes, por las ganaderías. La afición se encargará de dictar veredicto después y será el único modo de que las palabras se las lleve el viento.


No hay comentarios: