Pla Ventura
España
19/11/2007
Al parecer, no soplan buenos vientos respecto a lo que ha sido la presentación de José Tomás en Guadalajara; hablan de una corrida impresentable y, ese fracaso, a Tomás, no se le debe permitir. No entiendo que, un torero como el madrileño que ha llevado a cabo una fantástica campaña en España, se deje llevar por las más absurdas vanidades al peor estilo de las llamadas figuras del toreo y, haya pasado cuanto ha ocurrido. Y, para mayor desdicha, Tomás, hasta se ha llevado una cornada. Una herida que, más que su dolor físico, con toda seguridad, le habrá dolido en su alma todo el entramado de dicha corrida que, como el mundo sabe, nada ha sido para lanzar cohetes de alegría.
Es tremendamente notorio que, desde esta tribuna, hemos defendido la grandeza artística de José Tomás y, por la misma razón, como quiera que solo nos mueve la verdad de cuanto por el mundo ocurre, no podíamos obviar el dislate de dicho diestro por tierras jaliscienses que, muy poco dice en su favor. Nos parece surrealista la acción del diestro de Galapagar que, como todo el mundo sabe, en España ha llevado a cabo una temporada sin escándalo alguno, con enorme dignidad y, ante todo, repleta de éxitos legítimos y rociados de la más importante expectación.
José Tomás debe de comportarse como lo que en realidad es, un artista; si toma otros derroteros y secunda a muchos de sus compañeros que, en calidad de figuras del toreo, suelen cometer dichas atrocidades, con toda seguridad, el crédito ganado en tantos años, lo puede perder en un par de festejos y, esa sería su peor desdicha. Ese baile de corrales que propició en la plaza de toros de Guadalajara, sin duda alguna, no escribirá página alguna en su honor; seguramente, ocurrirá todo lo contrario. Es más, era su presentación y, la desdicha, no ha podido ser más grande. Como decía, hasta se llevó una cornada que, de forma lamentable, por todos los hechos acaecidos, la misma, jamás supondrá una medalla para el gran artista español.
Nos duele, y tanto, que un compatriota que tiene condiciones más que válidas para enfrentarse a cualquier clase de toros, tenga que recurrir a la más absurda pantomima para demérito suyo y, por supuesto, de los aficionados que pagaron una fortuna por verle torear. No es ese el camino y, Tomás, debe de concienciarse. Si para organizarle una corrida de toros tienen que traer toros desde todos los confines del planeta, valga la metáfora, de ser así, estaremos hablando de un torero en pleno fracaso y, como se ha demostrado en España, José Tomás puede ser tildado de cualquier cosa menos de fracasado.
Si nuestra norma, ante todo, es la verdad, ésta, como tal, no podemos obviarla y, mucho menos en un caso como el referido de José Tomás que, desde siempre, le hemos dado todo el crédito del mundo que, auspiciado por sus éxitos, así nos lo demandaba. Ahora, ante su fracaso mexicano, podíamos habernos callado y, mediante nuestro silencio, haber tapado su dislate; pero hubiera sido un acto de cobardía cuando, en realidad, nuestra vida transcurre mediante la más apabullante valentía. Nuestra actitud viene a demostrar que, toda motivación que nos propiciara José Tomás, siempre vino dada por la magnificación de sus éxitos y, como tales, así se los contamos al mundo. Ahora, cuando hemos descubierto una acción que roza el fraude por su parte, ahí queda dicho.
Deseamos que José Tomás se restablezca muy pronto de la cornada sufrida en Guadalajara; pero le deseamos se reponga de inmediato del error mayúsculo que ha llevado a cabo puesto que, como responsable de tan absurdo festejo en Guadalajara, no queremos que, nuestro compatriota deje mal el pabellón español que, como en tantas ocasiones se diera lugar, nuestros toreros, tanta gloria le aportaron a México durante toda una vida. Alguien debe de concienciar a José Tomás y, al tiempo, recordarle su grandeza, la que esgrime como artista; la que debe de exhibir cada tarde y olvidarse de toda acción punible de escándalo que, como en la tarde jalisciense, ninguna gloria le aportará.